domingo, 28 de febrero de 2021

Actividad 02 Ética, grado octavo. 1P

Importancia de la comunicación.


Mantener una comunicación continua es algo muy importante, pues de esto dependen las buenas relaciones en la vida familiar y en la sociedad.

Comencemos por la familia: Comunicarse va más allá de asumir los compromisos que le corresponden al papá o a la mamá, como ir al colegio a afirmar la matrícula, cuidarte cuando estás enfermo o cuando necesitas de su apoyo, comprensión y afecto.

Estos son aspectos que, se supone, se tratan en la vida diaria y esas acciones casi siempre se dan sin más, casi no necesitamos pensarlas.

Comunicarse es mucho más que eso: 

  • Es entrar en diálogo con los demás sobre nuestra propia vida, sobre aquello que llevamos muy dentro de nosotros mismos.
  • Es poder compartir con los demás aquellas cosas que ni en la escuela, ni en la calle podemos hablar con nadie, pues son tan íntimas que debemos guardarlas para las personas que más amamos. 
  • Es aprender a ver en las personas cercanas a mí, aquellos seres en los cuales puedo confiar mis más íntimos secretos y alcanzar el respeto mutuo por aquello que nos comunicamos, por aquello que sabemos el uno del otro.
  • Es saber escuchar y saber transmitir lo que nos ocurre a diario. Para ello, también es necesario sacar parte de nuestro tiempo, pero sin afanes.
Condiciones para saber comunicarme.

Para dialogar es necesario crear los espacios y los escenarios apropiados. No se puede dialogar de cosas íntimas cuando el televisor está encendido o cuando el computador está al frente de la persona que dice escucharme.

Debemos generar espacios en los cuales las dos, tres o más personas estén atentas a mis palabras y a mis gestos, que todos escuchen con atención lo que quiero decir, entonces, sí será una verdadera comunicación.


Distractores de la comunicación.

Infortunadamente, hoy tenemos muchos distractores que nos están quitando los escenarios para desarrollar una buena comunicación, como la televisión, el computador y los juegos, que parecen ser más convincentes y atractivos que el diálogo.

Lo mismo podríamos decir de tantos ruidos externos, pues cuando queremos hablar no lo logramos y cuando queremos comunicar algo se hace muy difícil. Existen demasiados obstáculos que entorpecen la comunicación, pero nosotros debemos hacer que esto no suceda más.

Buscar escenarios para la comunicación

  • Necesitamos recuperar el sentido de la familia y el valor de las personas, por encima de las cosas que tenemos.
  • Debemos, poco a poco, recuperar los espacios y los escenarios donde sea posible comunicarnos: a la hora de la comida, es un descanso, etc.
  • Podemos crear momentos adecuados en los cuales podamos dialogar y comunicarnos con los demás.
  • Busquemos comunicar nuestras ideas con claridad sin barreras que nos impidan hacer llegar el mensaje que queremos.
  • Propongámonos encontrarnos con más frecuencia en espacios donde no haya aparatos que nos distraigan o apaguémoslos antes, pues de lo contrario quedaremos incomunicados aunque estemos al lado del otro.

jueves, 25 de febrero de 2021

Actividad 03 Ética, grado noveno. 1P

 

¿HAY VALORES MORALES UNIVERSALES?

 Cuando alcanzamos cierta edad y madurez, nos damos cuenta de que los contenidos morales, es decir, los valores, las normas y costumbres, cambian según las épocas, las culturas y los grupos, de modo que parece imposible hallar valores comunes. Pero, por otra parte, utilizamos expresiones morales como esto es injusto, que parecen implicar a toda la humanidad.

Podemos entender que en la Edad Antigua la esclavitud no se consideraba inmoral porque se tenía una idea distinta del ser humano. Sin embargo, podemos seguir pensando que, al mismo tiempo, aquello era un atraso y que la esclavitud es injusta y no debería existir. Además, sabemos defenderlo con argumentos, por ejemplo, que toda persona es libre y tiene una igual dignidad. Con ello mostramos que en ciertas cuestiones morales hay razones que parecen valer no solo para mí, sino también para cualquier persona.

Ante esta situación, nos preguntamos: ¿es la moral algo subjetivo, como se dice a menudo, o hay ciertos valores morales que valen para todos? A lo largo de la historia han ido perfilándose dos respuestas a esta pregunta. En este apartado veremos las que niegan la posibilidad de encontrar unos valores universalmente compartidos.

El relativismo moral

El relativismo moral consiste en afirmar que los principios de lo justo y de lo bueno solo podemos encontrarlos en el interior de cada grupo determinado y solo valen para él, pero no para todos los seres humanos. Como cada grupo tiene sus costumbres y tradiciones, las opciones morales que toman son incomparables con las de otros, de modo que lo bueno y lo malo son siempre relativos a algún grupo, dependen de sus formas de vida, y resulta imposible a los distintos grupos ponerse de acuerdo, alcanzar unos principios con validez universal.

El relativismo nació en Grecia con los sofistas (siglo V a. C.), especialmente con Protágoras (485 a.C.-411 a.C.), cuando estos pensadores comprobaron en los discursos públicos la diversidad de puntos de vista y el hecho de que cada uno de ellos pudiera defenderse con argumentos aparentemente convincentes, sin poder encontrar un criterio para dirimir disputas.

Hoy el relativismo sigue presente en las siguientes posiciones:

l  El relativismo cultural, según el cual los criterios morales dependen exclusivamente de las distintas culturas.

l  El contextualismo, según el cual solo podemos saber si una propuesta moral es correcta o incorrecta si la consideramos dentro de cada contexto de acción.

l  El etnocentrismo, que afirma la imposibilidad de justificar la bondad de una opción teniendo por interlocutor a cualquier ser humano. Para el etnocentrista, solo podemos justificar una decisión ante quienes comparten nuestra forma de vida porque solo ellos pueden entendernos.

 

El escepticismo

El relativismo ha conducido frecuentemente al escepticismo, que iniciaron Pirrón (360 a.C.-270 a.C.), y su escuela en el siglo III a.C. Afirma el escepticismo que, puesto que no podemos encontrar ningún criterio para preferir unas opciones de otras, ninguna es mejor, y es imposible distinguir realmente entre lo justo y lo injusto, entre lo bueno y lo malo. Aunque nos veamos obligados a tomar decisiones, nunca encontraremos para ellas una justificación racional.

 

El subjetivismo

Para el subjetivismo, las cuestiones morales, a diferencia de las científicas, son subjetivas porque, mientras en el terreno científico es posible ponerse de acuerdo atendiendo a los datos y a los experimentos, en el caso de los juicios morales no se puede recurrir a ellos y, por tanto, es imposible llegar a ponerse de acuerdo con razones. El subjetivismo asume el punto de vista del sujeto como un punto de vista particular y, por lo tanto, concibe una ética particular.

Según Max Weber, el subjetivismo moral se ha extendido en el mundo moderno en virtud de un proceso de racionalización que ha dado lugar al triunfo de la llamada racionalidad instrumental, que nos capacita para adaptar los medios adecuados a los fines que nos proponemos. Sin embargo, la racionalidad evaluativa, encargada de fijar los fines o valores últimos, ha retrocedido hasta el punto de que en ese ámbito no tenemos razones para convencer de nuestras posturas: aceptamos una escala de valores por una especie de fe pero no podemos convencer racionalmente a otros de que la compartan.

¿Qué sentido tiene, entonces, que entablemos argumentaciones morales? La respuesta más natural a esta pregunta, desde esta perspectiva, es en realidad la que da el emotivismo.

Actividad 03 Ética, grado noveno. 1P

Con base en el tema de los valores universales realizar un mapa conceptual.

jueves, 18 de febrero de 2021

Actividad 02 Ética, grado noveno. 1P

 Moral, inmoral y amoral.


En relación con la distinción que acabamos de hacer, conviene todavía aclarar dos  pares de conceptos:

Moral como opuesto a inmoral. Podemos decir que una conducta es moral o inmoral en relación con un determinado contenido, es decir, si se ajusta o no al contenido que se considera moralmente correcto. Por ejemplo, desde la moral del judaísmo se considera inmoral que un judío trabajara el sábado. En este caso, moral es sinónimo de bueno e inmoral, de malo.

 

Moral como opuesto a amoral. Un ser moral es aquel que tiene una estructura moral, es decir, la necesidad de elegir entre distintas posibilidades y justificar sus elecciones, el que tiene que elegir entre comportarse bien o mal, mientras que un ser amoral es el que carece de esta capacidad. Los seres humanos somos seres morales en este sentido, mientras que los animales y los robots son seres amorales, es decir, que actúan programados de tal forma que no se les puede pedir que sean responsables de sus actos.

La reflexión de la ética sobre la moral ha llevado a distinguir dos significados que nos ayudan a comprenderla: la moral como estructura y como contenido.  

Moral como estructura. Todas las personas tenemos una estructura moral porque a la hora de actuar hemos de elegir entre distintas posibilidades y justificar aquella que hemos elegido en relación con algún código moral, además de hacernos responsables de la elección.

Moral como contenido. Cuando cada uno de nosotros elige algo, tiene en cuenta un conjunto de normas, valores y principios que orientan la conducta y configuran un modo de vivir. Como podemos encontrar diversas maneras de vivir, podemos hablar de distintas morales. Según este significado, existen una moral occidental, cristiana, budista, esquimal, ecologista, etc. Los contenidos morales varían de una época a otra y de un grupo cultural a otro, pero eso no significa que todos los contenidos sean igualmente válidos.

miércoles, 17 de febrero de 2021

Actividad 03 Ética, grado séptimo. 1P

 ¿Cómo identificar nuestros sentimientos?


Hay momentos en que no es fácil identificar nuestros sentimientos, incluso, algunas personas llegan a una edad adulta todavía sin saber si sus sentimientos son propios o son los de sus padres o amigos, pues no han logrado madurar en este sentido.

De todas formas, una primera tarea de las personas es aclarar sus sentimientos, pues de esta manera sabrán si lo que hacen es por cuenta propia o simplemente lo hacen para agradar a otros.

Por ejemplo, un joven o una joven que estudia una carrera universitaria y siente que no es la suya, pero le está dando gusto a lo que quiere su familia. Allí hay un problema serio, pues no es lo que la persona quiere y en lo que la persona quiere y en lo que se siente bien, sino en lo que sus familiares desean para él o ella.

Manejar nuestros sentimientos

Es fundamental saber manejar y clarificar nuestros sentimientos. Uno no puede amar a alguien porque esa persona quiere ser amada. Es importante clarificar esos sentimientos para no engañar a hacer daño a otras personas.

Por otro lado, pensemos ahora en los gustos, en este caso, los musicales. Hoy es muy fácil entrar en discusión sobre cuál es el tipo de música que nos fusta a unos y a otros. La idea es que cada uno pueda identificarse con los ritmos que en realidad le hacen sentirse bien.

Otra cosa es que la persona sea flexible y decida compartir un rato con alguien que no tiene los mismos gustos, por ejemplo con el papá o la mamá. Aquí ya entran en el juego otro tipo de sentimientos, en los cuales la persona es flexible porque el cariño que la une al otro hace que pueda compartir gustos que, sin ser los suyos, la llevan a estar con los seres que quiere.

Así se comprende que los sentimientos no se imponen ni se ordenan. Ellos son personales y se deben respetar. Pero el respeto debe ser mutuo, no puedo exigir que me respeten mis sentimientos mientras yo no respeto los de los demás.

Cada sentimiento es digno de admirar, de respetar; cada persona puede ordenar su vida según los sentimientos que haya definido. Es importante saber dónde me encuentro, pues la sociedad me exige que yo respete los sentimientos y la cultura donde vivo.