EL DESARROLLO, UN PROCESO EN CONSTANTE CAMBIO.
Si observamos detenidamente a nuestro alrededor, podemos concluir que todo cambia, que nada está terminado. Cambia la naturaleza, la historia, cambia la educación y también cambiamos nosotros en todos los aspectos, físico, psicológico e intelectual. Cuando éramos niños, nuestra manera de pensar, de actuar, de relacionarnos eran diferentes.
La palabra desarrollo es vista como sinónimo de evolución y se refiere al proceso de cambio y crecimiento relacionado con una situación, individuo u objeto determinado. Al hablar de desarrollo podemos referirnos a diferentes aspectos: al desarrollo humano, desarrollo económico, o desarrollo sostenible.
Disfrutando de la identidad. Me acepto como soy.
A través de los años notamos constantes cambios que hacen que nuestra vida evolucione de la mejor manera. Aunque, la esencia de ser tú y nadie más que tu permanece (aquello que te hace tú y no copia de los demás), te define y crea lo que llamamos Identidad. Esta identidad la define la Real Academia Española como: “la conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás .
Una persona se identifica por sus características propias. Fuimos hechos únicos e irrepetibles, no en serie como ocurre con las cosas. Si visitamos una fábrica, un laboratorio, podemos ver como las maquinas elaboran las cajas, las camisas, los zapatos, del mismo color, del mismo tamaño, con las pintas que él o la fabricante lo deseen. No ocurre así con las personas. Dios a cada uno nos creó de una manera diferente y singular, que nos lleva a trabajar por superarnos, por adquirir el sentido de pertenencia para lograr la excelencia que como personas merecemos.
Identidad y autoestima
Para alcanzar un buen nivel de autoestima, debemos descubrir nuestra Identidad. ¿Quién soy yo? ¿Qué soy?, y más importante y decisivo aún, ¿qué quiero ser? Ya sea consciente o inconscientemente, todos albergamos opiniones y emociones respecto a nosotros mismos: seguridad o inseguridad, confianza o desconfianza, fe en nosotros mismos y nuestros proyectos o falta de entusiasmo. Todos estos elementos dependen directamente del nivel de autoestima que hemos desarrollado.
Todo ello incide en la forma en que miramos las cosas, en cómo aprovechamos las oportunidades que la vida nos ofrece y en la manera en que nos relacionamos con los demás. Con una autoestima saludable, nos hacemos cargo de nuestra propia vida y asumimos una actitud responsable y activa en la búsqueda de nuestras propias metas.
Un sentido subjetivo y permanente de la aprobación realista de uno mismo. Refleja cómo la persona se percibe y se valora a sí misma.
Es así, que todo hombre y toda mujer descubre su propia existencia. Y surge la necesidad de satisfacer las viejas preguntas que se ha hecho la Humanidad desde los albores de los tiempos. ¿Quién soy Yo? ¿Qué soy? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy?
¿Cuál es mi papel en la Vida? ¿Qué sentido tiene mi existencia?
Según algunos autores, un aspecto que influye en nuestra autoestima es la identidad, la cual se comprende como el núcleo que conforma el yo y que junto a la razón permite la interacción con otros individuos.
Ahora bien, la formación de la identidad es un proceso que comienza desde nuestro nacimiento, es por esta razón que nos otorga una imagen compleja sobre nosotros mismos, la que nos permite actuar en forma coherente según lo que pensamos.
Soy diferente.
Soy diferente cuando sirvo con amor, cuando me acepto como soy, cuando respeto mi identidad, y la de los demás, cuando lucho por alcanzar el éxito, cuando acepto las diferencias individuales, cuando apoyo a otros, cuando valoro mi trabajo y el de los demás, cuando doy lo que soy, cuando ayudo a mi familia, cuando respeto la opinión de los demás.
Lo que marca mi personalidad:
Mi libertad
Mi responsabilidad
Mi sentido de pertenencia
La coherencia de mis actos
Mis actitudes
Mi creatividad
Mi autonomía
Ser capaz de dirigir mi propio comportamiento.
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