Trabajo en clase: Con base en la explicación de la clase, poner en confrontación por medio de una caricatura a las escuelas mencionadas. La asignación se encuentra en edmodo.
Para ser persona
moralmente sabia es preciso aprender a ser feliz. Y para eso es indispensable
entrenarse, cultivar un conjunto de virtudes, la más importante de las cuales
es la prudencia. Es prudente quien
sabe actuar buscando lo que le conviene pero no lo que le conviene en un
momento puntual, ni siquiera a medio plazo, sino en el conjunto de su vida.
Optar por un placer inmediato, que a la larga causa dolor, es de imprudentes;
conjugar el sacrificio y el disfrute de modo que resulte la mayor felicidad posible
es de sabios.
Es prudente la persona
que sane encontrar el justo medio
entre el defecto y el exceso, entre la temeridad y la cobardía, entre el
despilfarro y la avaricia; la persona que sabe apreciar la amistad, el cariño,
la lealtad, y no se deja engañar por el éxito fácil ni por los amigos que solo
lo acompañan en el triunfo, y no en el fracaso.
Sin embargo, la felicidad
plantea a la ética al menos tres problemas:
No todos
debemos tener el mismo ideal de felicidad, sino que aparece lógico que exista
una variedad de modelos de felicidad
dependiendo de las personas, los grupos y las culturas. Los ideales de
felicidad no son, pues, universales.
Alguien puede
entender que su felicidad justifica el sufrimiento de otros. Este tipo de
felicidad no es verdaderamente humana, sino que es bienestar, y el bienestar se
opone muchas veces a la justicia.
Ser felices no
depende solo de uno mismo, sino también de otras personas. La
felicidad es, pues, conquista y don.
El hecho de que los
ideales de felicidad no sean universales y, sin embargo, haya algo en lo moral
que exige valer universalmente, así como el hecho de que muchos confundan felicidad
y bienestar, y para estar bien realicen injusticias, ha llevado a éticos
actuales a distinguir entre dos aspectos de la moral: lo justo y lo bueno; la justicia y la felicidad.
Saber ser justo.
Cuando afirmo que algo es
justo, no pretendo sólo expresar un sentimiento mío (emotivismo). Tampoco estoy
expresando lo que tiene por justo mi grupo y que sería correcto que otros
grupos no vieran de la misma manera (relativismo): estoy pretendiendo que lo
tenga por justo cualquier ser racional que
sea imparcial, es decir, que no
piense solo en su interés individual o de grupo, sino en el de todas las
personas. Saber ser justo es ser capaz de tener en cuenta no solo el interés
del grupo o de algunos grupos, sino el interés de todos.
Si digo, por ejemplo, que
la actual distribución de la riqueza es injusta porque gran parte de la
humanidad muere de hambre mientras una minoría tiene alimentos de sobra, no
intento solamente expresar una opinión. Lo que se pretende es afirmar que debería cambiar la
distribución de la riqueza y que, de esta manera, pudiera pensar cualquier persona
preocupada por el bien de todos, sea de cualquier raza, nacionalidad o grupo.
Lo justo se refiere a aquello que es
exigible a cualquier ser racional que quiera vivir moralmente, mientras que lo bueno, lo que proporciona la felicidad,
lo es solamente para una persona, un grupo o una cultura.
Con la distinción entre lo justo Y lo bueno podemos ya intentar
responder a la pregunta de si hay valores o criterios morales
universales: los hay de justicia, pero no de felicidad. La justicia se exige, a la felicidad se invita.
Éticas de la justcia y éticas de la felicidad.
Las éticas de la justicia o éticas de mínimos se ocupan sólo de la
dimensión universalizable del fenómeno moral, es decir, de aquellos
deberes de justicia exigibles a cualquier ser racional Y que, en
definitiva, componen unas exigencias mínimas.
Las éticas de la
felicidad, por el contrario, intentan ofrecer ideales -. De vida buena,
en los que el conjunto de bienes de que las personas podemos gozar se
presentan jerarquizada mente como para producir la mayor felicidad
posible. Son, por tanto, éticas de máximos, que aconsejan seguir su
modelo, nos invitan a tomarlo como orientación de la conducta, pero no pueden exigir que se siga, porque la felicidad es co~ de consejo e invitación, no de exigencia.
Actividad de clase.
Realice un mapa conceptual con base en este tema. Se entrega por la asignación de edmodo.
LA HONESTIDAD, UN VALOR QUE NOS PERMITE VIVIR EN LA VERDAD.
La honestidad es un valor humano, una actitud que siembra confianza en uno mismo y en aquellos que están en contacto con la persona honesta. Hace que la persona actúe siempre con base en la verdad y en la auténtica justicia, dando a cada quien lo que le corresponde, incluida ella misma.
La honestidad es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la auténtica vida comunitaria. La honestidad respeta la vida, se caracteriza por la confianza, la sinceridad y la apertura, y expresa la disposición de vivir a la luz de la verdad.
LA HONESTIDAD: Es un valor de gran relevancia para alcanzar el verdadero sentido de la vida humana, porque con ella inspiramos y ganamos la confianza de los demás. La honestidad es la conciencia clara de “lo que está bien” y consiste en actuar apropiadamente según nuestro propio papel, sin contradicciones ni discrepancias entre los pensamientos y las acciones.
¿QUÉ ES LA HONESTIDAD?: La honestidad es un valor humano, una actitud que siembra confianza en uno mismo y en aquellos que están en contacto con la persona honesta. La honestidad hace que la persona actúe siempre con base en la verdad y en la auténtica justicia, dando a cada quien lo que le corresponde, incluida ella misma.
¿CÓMO IDENTIFICAMOS A UNA PERSONA HONESTA?
El ser honesto es auténtico y objetivo.
Expresa respeto por sí mismo y por los demás.
Actúa sin hipocresía ni artificialidad, antivalores que crean confusión y desconfianza en los demás.
La persona honesta tiene una vida íntegra. Su conducta y su pensamiento no son contradictorios. Habla de lo que piensa y hace lo que ha dicho.
La honestidad es como un diamante sin defectos, que nunca puede permanecer escondido. De igual manera, la persona honesta es claramente perceptible.
La persona honesta aspira a observar los códigos de conducta más elevados, es leal a los principios benevolentes y universales de la vida y sus decisiones se basan en discernir claramente entre lo que es correcto y lo que es erróneo. Se rige por normas que dan guía y valor para comprender y respetar las relaciones humanas.
Una persona honesta aprecia la interconexión del mundo natural y no malgasta, abusa ni desperdicia las riquezas de los recursos destinados al bienestar de la humanidad.
Una persona honesta nunca decepciona la confianza depositada en ella. Usa los recursos de manera adecuada para las necesidades básicas humanas, morales y espirituales, y no da por supuesto el derecho a disponer de los propios recursos.
LA HONESTIDAD ES:
Una virtud con la cual todos nacemos. En los primeros días de nuestra vida, son la inocencia y la pureza de sentimientos las que gobiernan nuestros actos. Esta virtud se desvirtúa a medida que empiezan a aparecer la envidia, la rabia, los celos y demás sentimientos negativos.
Sin embargo hay quienes toleran una pérdida mayor de valores, que sobrepasan la raya de lo legal y lo ilegal y, por lo tanto, son gente que violan las leyes. Algunos lo hacen de manera abierta, es decir un asaltante o un secuestrador, pero no son a estos elementos carentes de valores morales a los que nos vamos a referir hoy, se trata de los corruptos y los coimeros.
NO ES HONESTIDAD:
La simple honradez que lleva a la persona a respetar la distribución de los bienes materiales. La honradez es sólo una consecuencia particular de ser honestos y justos.
El mero reconocimiento de las emociones (“así me siento”). La honestidad consiste en decidirnos a ordenar nuestros sentimientos buscando el bien de los demás, además del propio.
La actitud impúdica por la que se habla de cualquier cosa con cualquiera. La franqueza tiene como prioridad el reconocimiento de la verdad y no el desorden.
La honestidad es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la auténtica vida comunitaria. Ser deshonesto es ser falso. La deshonestidad no respeta a la persona en sí misma y busca el encubrimiento; la honestidad, en cambio, respeta la vida, se caracteriza por la confianza, la sinceridad y la apertura, y expresa la disposición de vivir a la luz de la verdad.
Algunos ejemplos de deshonestidad son: el aparentar una personalidad que no se tiene para ganarse la estimación de los demás; el mentir continuamente; el simular trabajar o estudiar para no recibir una llamada de atención de los padres o del jefe; el no guardar en confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de no revelarlo; no cumplir con la palabra dada y los compromisos hechos.
PONLO EN PRÁCTICA:
I- La honestidad es una de las cualidades que deseamos encontrar en las personas. Pero una condición primordial para conseguirla, es poseerla primero. Por lo tanto, la recomendación es practicarla siempre y tenerla como un principio de vida.
II- Argumenta por qué la honestidad garantiza confianza y respaldo.
III- Si la honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que se observa hacia el prójimo, ¿cuáles podrían ser algunos ejemplos?
IV- Aquí van algunas prácticas que favorecen la honestidad. Practícalas:
a) No te aproveches de la ignorancia de tu prójimo.
b) Guarda como propio el secreto ajeno.
c) Evita provocar discordia y malos entendidos entre las personas que conoces.
d) Evita guardar las cosas que no te pertenecen y restituye todo aquello que de manera involuntaria o por descuido hayas dañado.
e) Enfrentar con valor tus defectos y busca la manera más eficaz de superarlos.
f) Rectifícate cada vez que te equivocas y cumple con tu deber, en las labores grandes y pequeñas sin hacer distinción.
g) Por último, recuerda que la honestidad genera confianza y conduce a la mejora personal y ajena, pues consiste en obrar con rectitud y vivir como hombre de bien.
En su desarrollo, el ser humano va pasando y superando crisis de crecimiento,
así, el bebé, desde que nace, inicia su
relación de sobrevivencia a través del pecho materno. Luego comienza a
enderezar su cabeza, comienza a gatear y luego a caminar, todo ello utilizando
un talento innato que es la curiosidad.
En la adolescencia,
por la aparición de las hormonas, las cuales irrumpen en el torrente sanguíneo,
asociado a la necesidad del joven desepararse de los padres e incluirse en un grupo de pares, presenta una
de las crisis más evidentes en su desarrollo.
Esto lo lleva a
tener periodos de depresión, explosiones de ira “injustificadas”, momentos de
búsqueda interior y reflexión, culpas, miedos y auto agresiones.
Esen esta etapa en la cual inicia a establecer
la elección de pareja. Cualquier relación no es inmune a pasar por crisis
periódicas por lo cual, éstas se convierten en algo muy importante de resolver
para seguir creciendo.
Defino a la
crisis relacional como un desequilibrio significativo en el decurso de una
relación.
Para superar una crisis hay que resolver los siguientes puntos:
Analizar cómo se inició.
Reconocer que existe.
Expresar la molestia que se tiene.
Aprender de la
Experiencia
Responsabilizarse cada quien por la parte que le
corresponde.