jueves, 23 de abril de 2020

Actividad 01, grado once.

  

ÉTICA PROFESIONAL.


La ética profesional hace referencia al conjunto de normas y valores que hacen y mejoran al desarrollo de las actividades profesionales. Es la encargada de determinar las pautas éticas del desarrollo laboral mediante valores universales que poseen los seres humanos. Aunque ésta se centre en estos valores, se especifica más en el uso de ellos dentro de un entorno plenamente laboral.

La ética laboral es fundamental en cualquier persona que desee trabajar, ya que ésta implica la práctica de valores como la responsabilidad, puntualidad, estudio, constancia, carácter, concentración, formación, discreción, entre otras.

Suelen aparecer conflictos cuando existen discrepancias entre la ética profesional y la ética personal. En esos casos, las personas deben tomar medidas, como la objeción de conciencia, si se cree que no se está actuando correctamente.

¿Para qué sirve?

Se supone que la ética profesional también determina cómo debe actuar un profesional en una situación determinada. En un sentido más bien estricto, podríamos solo señalar las carreras que son de nivel universitario o superior, pero también deben considerarse los oficios y cualquier otro trabajo permanente.

Esto se debe a que el profesional enfrenta diariamente diferentes situaciones, y la ética profesional debería verse plasmada en un código de ética profesional para prevenir errores, cada colegio de profesionales debería contar con uno que deje en claro qué está bien y qué no, tanto moral como éticamente.


Tipos de éticas profesionales

·         Ética profesional del abogado: Siempre son importantes lo valores para cada profesión, pero específicamente en la abogacía se ponen en práctica aquellos que son fundamentales, como por ejemplo, la justicia, la honestidad, la lealtad, la diligencia y el secreto profesional.

·         Ética profesional de un docente: Para todos los docentes es de suma importancia desarrollar principios éticos, no solo para ellos mismos, sino que son ellos los que poseen una gran responsabilidad social con lo demás. Su tarea es llevar a cabo de la mejor manera posible sus actividades diarias laborales.

·         Ética profesional de un psicólogo: Estos profesionales cuentan con sus propios códigos éticos ante el manejo de su trabajo. Algunos aspectos propios de su trabajo son la confidencialidad, responsabilidad y honestidad entre ambas partes, es decir, profesional-paciente.

·         Ética profesional de un administrador: Al igual que en la profesión nombrada anteriormente, en la administración de empresas también existen códigos que están considerados dentro de un marco ético. La lealtad, legalidad, diligencia y honestidad son los valores éticos fundamentales para realizar estos trabajos.

La responsabilidad es una parte esencial cuando hablamos de ética profesional, sin ella no seríamos capaces de establecer nuestras propias metas, tanto laborales como profesionales. Cuando sabemos que debemos actuar bajo la responsabilidad, se ponen en juego la voluntad de uno mismo y la libertad. La responsabilidad hará que cada persona pueda realizar de forma justa y profesional todo su trabajo.

La ética es considerada como una ciencia encargada de estudiar los comportamientos de los seres humanos bajo normas que debe haber en una convivencia en sociedad. De esta forma se aplica al ámbito profesional de un individuo, ya que se trata de las decisiones que se toman de forma totalmente consciente y voluntaria. Por esto mismo, no son considerados éticos aquellos comportamientos involuntarios, es decir, que no sucedieron bajo el propio consentimiento.

¿Ética en los animales?

Varias veces se ha hablado de la ética comparando al ser humano con los animales. El hombre tiene la capacidad de decidir y actuar bajo sus deliberaciones, en cambio, los animales son seres completamente libres debido a que sus actos son guiados desde el instinto animal que poseen por naturaleza.

Por ejemplo, una persona puede decidir qué es lo que quiere y debe comer, sin embargo, un animal con hambre actúa con instinto: Si él tiene hambre, comerá lo primero que tenga delante, sin tener en cuenta otras cuestiones, como la vida de otro animal.

Características del profesional

Una profesión es aquella actividad que se elige de forma personal y se ofrece ante los demás para su beneficio y para el beneficio propio también. Pero las condiciones para realizar esas actividades son diversas, y la principal es aplicar la ética profesional que debe de tener a la hora de ejercer cada profesión.

El sentido estricto de la palabra profesión hace referencia solo a las carreras universitarias, pero también se puede hablar de los oficios, ya que ellos son una vocación que también estará al servicio de otras personas.

Es el deber de todos los trabajadores aplicar la ética profesional en cada actividad que esté a su alcance, ya que ésta posee un conjunto de normas que hará de ese trabajo algo digno, además de probar su lealtad, honestidad y todo tipo de bien moral que sea necesario para el presente y futuro, tanto del propio profesional como de sus compañeros y personas a la que se les brindará el servicio.

Un individuo podrá establecer su ética profesional mediante dos puntos fundamentales, ellos son:
· Valores individuales: Como nombramos anteriormente, los valores individuales son todos aquellos que posee una persona a través de sus vivencias, experiencias y su propia voluntad.

· Código oficial de ética: Este tipo de código rige el comportamiento ético de un profesional.

WEBGRAFÍA:
Fuente: http://concepto.de/etica-profesional/#ixzz5D4bFWV82


Ética de profesiones
(…) Conviene recordar, en principio, que una profesión es un tipo de actividad social, a la que se han atribuido desde Max Weber un buen número de características, de las que aquí destacaremos únicamente las siguientes:
1. Se trata de una actividad que presta un servicio específico a la sociedad de una forma institucionalizada. El servicio ha de ser indispensable para la producción y reproducción de la vida humana digna, como se echa de ver en el hecho de que personal sanitario y docentes, juristas, ingenieros, arquitectos, empresarios o economistas y un largo etcétera sean imprescindibles, no sólo para mantener la vida humana, sino para promover una vida de calidad.
2. La profesión se considera como una suerte de vocación, lo cual no significa que alguien se sienta llamado a ellas desde la infancia, sino que cada profesión exige contar con unas aptitudes determinadas para su ejercicio y con un peculiar interés por la meta que esa actividad concreta persigue. Sin sensibilidad hacia el sufrimiento de la persona enferma, sin preocupación por transmitir el saber y formar en la autonomía, sin afán por la justicia, mal se puede ser un buen médico, enfermera, docente, jurista. Y así podríamos seguir con las, restantes profesiones.
3. El profesional, al ingresar en su profesión se compromete a perseguir las metas de esa actividad social, sean cuales fueren sus móviles privados para incorporarse a ella.
Y, en este sentido, creo que llevan razón algunos filósofos de inspiración aristotélica cuando recuerdan que las actividades sociales ya tienen unas metas precisas, por las que cobran su sentido y legitimidad social. Que cada actividad profesional -diría yo- justifica su existencia por perseguir unos bienes internos a ella, bienes que ninguna otra puede proporcionar. Transmitir conocimientos y educar en la autonomía es el bien de la docencia; ampliar la información de los ciudadanos y proporcionarles opiniones diversas es el de la actividad informativa; prevenir la enfermedad, cuidar y curar es el bien de las profesiones sanitarias; trabajar por una convivencia más justa debería ser la meta de los juristas en sus diferentes dedicaciones. Metas todas ellas que empiezan a borrarse del horizonte cuando, por poner un ejemplo, dice el abogado al cliente que entra en su despacho: "Si lo que usted busca es una solución justa al problema, ha errado el camino; aquí no vamos a tratar de justicia, sino de sacar lo que podamos". ¿Y qué sentido tiene, a fin de cuentas, una profesión si no prorporciona los bienes sociales que la legitiman?
Naturalmente, quien ingresa en una profesión puede tener motivos muy diversos para hacerlo: desde costearse una supervivencia digna hasta enriquecerse, desde cobrar una identidad social a conseguir un cierto o un gran prestigio. Pero, sea cual fuere su motivo personal, lo bien cierto es que, al ingresar en la profesión, debe asumir también la meta que le da sentido. No puede un médico o una enfermera justificar su negligencia ni un abogado sus trampas alegando que, a fin de cuentas, entraron en este mundillo por ganar dinero y no por promover la salud o por hacer posible una convivencia más justa.
Los motivos -conviene recordarlo- sólo se convierten en razones cuando concuerdan con las metas de la profesión. Y no puede una comisión universitaria dar la plaza a quien tiene menos méritos que otros alegando que "es el de la casa", ni puede quien valora proyectos o peticiones de beca poner notas bajas a quienes no son "de los suyos". Los motivos individuales no son razones, no se convierten en argumentos si no tienen por base las exigencias de la meta profesional.
Cuando los motivos desplazan a las razones, cuando la arbitrariedad impera sobre los argumentos legítimos, se corrompe una profesión y deja de ofrecer los bienes que sólo ella puede proporcionar y que son indispensables para promover una vida humana digna. Con lo cual pierde su auténtico sentido y su legitimidad social.
Por eso importa revitalizar las profesiones, recordando cuáles son sus fines legítimos y qué hábitos es preciso desarrollar para alcanzarlos. A esos hábitos, que llamamos "virtudes", ponían los griegos por nombres "aretai", "excelencias". "Excelente" era para el mundo griego el que destacaba por respeto a sus compañeros en el buen ejercicio de una actividad. "Excelente" sería aquí el que compite consigo mismo para ofrecer un buen producto profesional, el que no se conforma con la mediocridad de quien únicamente aspira a eludir acusaciones legales de negligencia.
Frente al "ethos burocrático" de quien se atiene al mínimo legal pide el "ethos profesional" la excelencia, porque su compromiso fundamental no es el que le liga a la burocracia, sino a las personas concretas, a las personas de carne y hueso, cuyo beneficio da sentido a cualquier actividad e institución social. Es tiempo, pues, no de despreciar la vida corriente, sino de introducir en ella la aspiración a la excelencia.
Texto de Adela Cortina.
Tomado de: https://elpais.com/diario/1998/02/20/opinion/887929205_850215.html

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